Tejidos wiwa transmiten el conocimiento de los ancestros

 Mochila amarilla tejida en hilo de oveja para las jovencitas en su transición hacia la adultez, blanca y en algodón para los líderes, en colores fuertes y pintadas con tinturas de cortezas de los árboles para guardar y preservar las semillas y los materiales espirituales… para el pueblo wiwa, los tejidos son como el cordón umbilical que los une a sus ancestros y les transmite la vida.

Como parte de la sabiduría ancestral, su identidad cultural y esencia como pueblo originario aparece el arte de hilar en los pueblos indígenas, entre ellos los wiwa, ubicados en la parte baja de la Sierra Nevada, de Santa Marta, hacia el sur de La Guajira y algunas cuencas del Cesar. Así lo aseguraron dos de sus representantes durante un intercambio de saberes, actividad desarrollada en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede de La Paz.

El líder Pablo Andrés Loperena Daza señala que “tejer o hilar es la esencia del ser: allí se transmite el conocimiento de los ancestros para equilibrar la madre tierra o los sitios sagrados”.

Esta práctica, que les permite elaborar chinchorros o mochilas, les ha dejado huellas y es una tradición que transmiten a las nuevas generaciones para que se conserve. “Las mayoras dicen que dentro del tejido existe toda una filosofía cosmogónica, que reflejan desde los sentires hasta los pensares como pueblo”, manifestó.

Según el líder Loperena, “para este pueblo la simbología que se plasma en diversos tejidos, elaborados por manos de mujeres, se ha considerado como una forma de escritura propia del pueblo wiwa”.

“Cuando la mujer es señorita los mayores le dan una mochila amarilla y blanca para que la cuide. Al tener su primera menstruación deben hacer siete mochilas durante siete días, las cuales representan un tipo de protección divina contra las fuerzas del mal (aseguranza), equilibrio, fuerza y empoderamiento de la mujer”, explicó.

Valor ancestral

Según el color y la estructura, la mochila va dirigida a cierta persona. Algunas son para depositar alimentos, otras para preservar conocimientos y transportar objetos. Para los líderes son de color blanco en algodón, las coloridas en fique tinturadas con corteza de árboles son para guardar semilla y guardar materiales espirituales.

Ana Daza, integrante de la comunidad wiwa, experta tejedora, reveló que aunque no sabe escribir una letra, cada vez que tiene hilo de oveja o hilo de fique se concentra como si estuviera escribiendo. “Es como el cordón umbilical que nos trasmite vida”, recalcó.

Para la antropóloga Adriana Orjuela Martínez, docente de la Sede de La Paz, los tejidos interpretan el pensamiento como un proceso de construcción como el hilar, que debe tener una base o el huso (usado para retorcer y devanar el hilo que se va formando en la rueca).

“Es como estar anclado a un lugar. Creo que nos están permitiendo un lugar de firmeza para desde allí poder ir y venir, tejernos y destejernos, construyendo el conocimiento que requiere la región”, aseveró.

Con respecto al permiso que los indígenas piden a la madre y padre antes de emprender una acción, la docente Orjuela expresó: “para los pueblos originarios las acciones humanas no son independientes del entorno en que se hacen”.

“No es que se hace lo que quiere, cuando se puede y como puede; a diferencia de nuestra mirada científica, que si la ciencia lo puede hacer se hace, en los conocimientos tradicionales se sabe que para hacer las cosas hay que respetar la ley de origen. Tiene que ver con el vínculo del conocimiento material y espiritual”.

Por su parte, el profesor Teddy Angarita Sierra de la UNAL Sede de La Paz, dijoque el intercambio de saberes busca generar el primer acercamiento de la comunidad wiwa para construir lazos que permitan realizar actividades conjuntas en la Sierra Nevada de Santa Marta.

“Ellos están empezando a retomar y a reconstruir su memoria tradicional y parte de esto es lo que mostraron: cómo están haciendo el rescate de su memoria ancestral”, enfatizó.

En este sentido, el profesor Santiago Sánchez Pacheco, de la UNAL Sede de La Paz, comentó que “la actividad tiene varios aspectos que se interconectan: entender el contexto cultural en donde estamos; que la Universidad salga del campus porque la idea no es que se centre en cuatro paredes dando clases, sino que va mucho más allá, por lo que es necesario el intercambio de conocimientos con las diferentes comunidades y con los wiwa fue uno de los primeros avances que tuvimos”.







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