Casa helda, valioso patrimonio cultural del Eje Cafetero
Secar el café al aire libre es una práctica tradicional que en Colombia suma al menos tres siglos. Para que los rayos del sol caigan parejos sobre la textura de la semilla, en el Eje Cafetero se construyeron unas estructuras conocidas como “casa helda”, que con el tiempo se han reemplazado por secaderos eléctricos o que funcionan con diésel. Investigadores en Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales buscan devolverle a este sistema su valor cultural mediante la creación de una guía.
Aunque el café es originario de África, la semilla de
Colombia ha dado de qué hablar en el mundo por su suave sabor; este se cultiva
especialmente en el Eje Cafetero –Caldas, Quindío, Antioquia, Valle del Cauca,
Tolima y Risaralda–, región que realiza un valioso aporte a la producción del
grano en el país.
El Semillero de Investigación en Patrimonio Cultural,
conformado por 17 estudiantes de Arquitectura de la UNAL Sede Manizales
liderados por el profesor Juan Manuel Sarmiento Nova, ha analizado el impacto y
la pertinencia de la casa helda como patrimonio agroindustrial en Caldas.
“Nuestro propósito es conocer el funcionamiento de esta
estructura destinada al secado de café; con los resultados del trabajo queremos
elaborar una ‘guía ilustrada’ que sirva como ejercicio de memoria colectiva y
para motivar la reactivación del uso de las casas heldas en las actividades
agrícolas, máxime en una tan importante como el café”, mencionan los
estudiantes.
En los recorridos realizados desde hace tres años a algunas
fincas cafeteras en Palestina, Salamina y Neira, y a poblaciones cercanas a
Manizales, los investigadores han constatado que las casas heldas son
construcciones típicas de la región cafetera y suelen erigirse en cemento, en
máximo dos niveles.
También se fabrican en madera, y ambos tipos de estructuras
se cubren con un “tejado móvil” que se abre cuando hay sol o buen clima y se
cierra en las noches o durante el día para proteger el café de los animales y
las lluvias. El beneficio o secado del café tarda entre 7 y 20 días.
“No existe un registro oficial de cuántas de estas casas
hay, y encontrarlas tampoco es tarea fácil, incluso las que aún seguían en pie
ya no funcionaban para el secado de café sino para almacenar herramientas, por
ejemplo”, mencionan los investigadores.
En entrevistas a los propietarios de las casas heldas se
identificó que las utilizan para otras tareas, como por ejemplo para secar la
semilla sobre el techo mientras en la parte de abajo se puede hacer el proceso
de molienda o empacado, y cuando la finca también cultiva otros productos, los
ponen en los mismos cajones.
Además de las entrevistas y el registro fotográfico, los
futuros arquitectos hicieron esbozos de las casas heldas para usarlos en la
muestra gráfica del concepto de construcción, y además agregaron planos
arquitectónicos y guías sobre cómo construirlas.
El semillero de investigación sigue en la búsqueda teórica y
material de más patrimonios culturales y estructurales de la región caldense
para que desde la academia se le siga dando un grado de pertinencia y
relevancia a su legado tradicional, y que las nuevas generaciones se interesen
en el cuidado y contexto histórico de sus territorios.
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