“Ecos de la naturaleza”, mirar de cerca para no perder lo que aún podemos salvar

 En la Biblioteca Virgilio Barco de Bogotá algo invita a la reflexión, no con temor sino con asombro. Es la exposición “Ecos de la naturaleza: arte para la conservación”, una muestra de ilustración científica y artística que reúne más de una década de trabajo de la maestra en Artes Plásticas Camila Rodríguez, una artista que ha dedicado su vida a dibujar lo que muchos pasan por alto: la riqueza de la flora y la fauna nativas de Colombia.

Ahora la maestra cursa la Maestría en Museología y Gestión del Patrimonio en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL). Aunque su formación es artística, su obra está profundamente entrelazada con la Biología, una disciplina que conoció de cerca en sus primeros años de universidad y que marcó el rumbo de su carrera creativa.

“Desde muy temprano, gracias a mi abuelo, sentí una conexión especial con la naturaleza. Y en la Universidad, dibujar especímenes en los laboratorios fue lo que me hizo enamorarme del detalle de la vida”, cuenta.

La exposición “Ecos de la naturaleza: arte para la conservación”recorre su trayectoria desde las primeras aves que ilustró en los cerros Orientales de Bogotá hasta sus recientes miniaturas del Amazonas, piezas que le exigen al visitante acercarse con detenimiento, casi en susurro, para descubrir tortugas, orquídeas e insectos que dependen unos de otros para sobrevivir. “Me interesa visibilizar lo que tenemos, porque si no conocemos lo que hay, simplemente no lo vamos a cuidar”, afirma la artista.

A lo largo de la muestra, la maestra Camila entrelaza ciencia y arte para contar historias de simbiosis: plantas que no podrían existir sin sus polinizadores; especies en riesgo que desaparecen junto con sus hábitats; y paisajes que aunque parecen eternos están al borde del colapso por la acción humana. Sus dibujos van desde el detalle técnico de una flor nativa hasta experimentaciones más expresivas, en grabado, linóleo y miniaturas, que buscan conectar con el espectador no solo desde el conocimiento sino también desde la emoción.

Durante la pandemia ella desarrolló una serie de ilustraciones en miniatura del Amazonas, inspirada por el breve respiro que tuvo la naturaleza en ausencia del ser humano. “Fue un momento en el que muchas especies comenzaron a reaparecer. Quise capturar ese instante en el que parecía que todo se reordenaba”, relata. Desde entonces ha profundizado su trabajo en torno al patrimonio natural, convencida de que el arte puede ser una herramienta poderosa de educación ambiental.


Hoy, desde una residencia artística en Mompox, la maestra Rodríguez sigue investigando las plantas nativas de la región, esta vez de la mano de jóvenes locales. “Estoy trabajando con jóvenes de distintas instituciones para que ellos también pinten. Es una forma de compartir, de sembrar esa semilla de amor y responsabilidad por lo que tenemos”, cuenta. Para ella el arte solo cobra 


 sentido si es compartido: “¿Para qué quiero el arte si no es para compartir?”, dice, parafraseando a Frida Kahlo.

Más que una exposición, “Ecos de la naturaleza: arte para la conservación” es una invitación a detenerse, observar, reconocer lo propio y preguntarse qué estamos haciendo para protegerlo. La muestra estará abierta al público con entrada libre hasta el 19 de abril en la Biblioteca Virgilio Barco.










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